jueves, 25 de noviembre de 2010

LUFO

LUFO

Nunca fue una estrella reconocida de Hollywood, no escribió un Best Seller, no ganó un Nobel o un Óscar, los Gramys no estuvieron en su agenda, no salía en los noticieros matutinos, simplemente era un ciudadano del mundo, que con su escandaloso silencio me enseñó a vivir. Obtuvo una vida dolorosamente sencilla pero una muerte excelsa.

Sus compañeros, ángeles al fin, lo hicieron su dios. El no podía jugar futbol, terrible discapacidad para un latino (pues en el deporte descansan nuestras frustraciones), ellos decidieron nombrarlo técnico del equipo para poder incorporarlo a sus vicios.

Es el matrimonio más sangriento de todos los que he visto y duró demasiado. 12 años casado con una máquina de hemodiálisis. Se veían 2 veces por semana y nadie dudaba de que ambos no se soportaban y que la separación en cualquier momento llegaría. Su semblante y su piel, denunciaban una tortura inhumana, pensaba que, de todas las deficiencias que puede tener un humano, la renal es la peor, pues te receta la muerte por gotero.

Nunca lo escuche maldecir a Dios, quejarse de la vida, renegar en el sentido del viento o de las aguas, sabía reír con dolor e incandescencia, hasta quemarte la amargura más venenosa, como el sol del trópico. El dolor le había robado el llanto más no la idea de los sueños y milagros.

Luego de tanto naufragio, al fin, con la respiración acelerada, llegó la alegría al ver tierra firme. Apareció un donante y en medio de tantas alegrías, las lágrimas se convirtieron en angustia, desenfreno, oscuridad y temor. Su vejiga luego de 12 años, no podía resistir la orina, pues el tiempo nunca olvida pasarnos factura. Estuvo en tantas operaciones hasta que la muerte lo visitó para condonarle el sufrimiento.

Parece existir un contubernio entre la vida y la muerte, en donde se les prohíbe a ambas tener corazón. Cuando suben los decibeles, cuando sube la presión, cuando nos derrite la frustración y baja el termómetro de la esperanza, es cuando preguntamos, ¿Para quién la vida es bella? A veces parece una simplificación matemática; hoy estamos, mañana no sabemos, podemos estar sanos y cautelosos, y mientras la vida guarda silencio la muerte nos aborda, no importa que no hayamos comprado ticket.

La última foto que tengo con Luis Fernando, es la de sexto curso, antes de graduarnos, estamos con el uniforme de parada, era un foto seria, el parece sonreír, por cierto foto que no está en el face.

Su mamá se suicida todos los días cuando revisa su correo electrónico y ve mensajes de sus amigos, pidiéndole a su hijo muerto que ayude al equipo, pues, ellos tiene que lidiar, con un equipo que también padece de insuficiencia. Cuando ella habla de los días finales de su hijo, existe insuficiencia en el castellano, y las expresiones merecen un PHD. ¿Qué pena que en la historia los actores principales sean los muertos y que los únicos lectores sean los vivos?

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