jueves, 4 de noviembre de 2010


Jerarquías


Las jerarquías en términos rectilíneos me producen picazón, pues generan un sistema desigual totalitario y antidemocrático. Suponen un mentiroso nivel de superioridad y reflejan la pobreza de los que se creen grandes y la riqueza de quienes son pequeños. También reflejan la exclusión donde algunos llegan y otros jamás podrán llegar, en sí, eso no es lo defectuoso, sino, creer que ocupar un alto o bajo cargo (pues al final la altitud solo define la intensidad de la caída) equivale a estar por encima de los demás, en la jerga común, pedos con antena. La pirámide refleja este aspecto donde unos mandan y otros obedecen y punto sin derecho a cuestionar, pero deja de lado el principal factor de la vida de los ciudadanos, la igualdad.

Este principio de igualdad hace que en un escenario real, un primer ministro europeo le pueda dar la mano a un ciudadano cualquiera sin que este tenga que arrodillarse y no poder ver su rostro cara a cara, por lo tanto es innegable el avance en cuestión de derechos humanos y ciudadanos que vive el mundo. También es innegable que el poder obnubila pues una cara presentamos en campaña y otra en el ejercicio del cargo, una cara en la casa y otra en la calle, y no son simples estados de ánimos, es la complejidad del poder y el poder elegir sobre los otros, lo que nos demuestra quienes somos.

Pero la jerarquía también puede ser vista como una pirámide invertida, donde la gran masa ordena, los bandos medios generan las ideas y las cabezas solo ejecutan. Pero también puede ser vista como un cuerpo o como los vagones de un tren. A nadie se le podría ocurrir que la cabeza le diga a las piernas que no las necesita, podrían ser suplantadas, cierto, pero jamás estarán de acuerdo a la naturaleza humana. Aunque en nuestro medio se llegue a este absurdo de que lo único importante es un organismo es la cabeza, es necesario establecer la jerarquía de la igualdad, donde las decisiones de las cabezas están basadas en un proceso de retroalimentación proveniente de los sectores más pequeños y relegados, esto genera, respeto mutuo, y solidaridad, donde las figuras son las sombras de los equipos y donde todos son igualmente responsables y valiosos.


Wellington Rubio

4 de noviembre de 2010

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