viernes, 28 de mayo de 2010

Aqui no hay derecho de admisión, como en las alcaldías socialcristianas

Hay hechos que la memoria no debe sepultar, si lo hacemos seriamos criminales de la historia. La Revolución Liberal es uno de aquellos. En esta sociedad donde importamos hasta los héroes, es imprescindible recordar que la sociedad ecuatoriana tiene sus propios héroes y villanos y conscientes de ese hecho es importante rescatar las luchas del luchador. La parálisis y olvido del ferrocarril simplemente refleja la enfermedad que padecemos, por eso la marcha, por eso deberíamos estar todos,

saludos

lunes, 17 de mayo de 2010

ODISEA DE UNA APATIA

ODISEA DE UNA APATIA


Queda demostrado, a lo largo de todo el periodo democrático ecuatoriano, que lo único oculto en política son nuestras pasiones. Aristóteles sostenía con sentido común que, “La democracia es una forma política completamente defectuosa”.

El Estado siempre fue desmantelado y olvidado por quienes han ejercido el poder a lo largo de la historia (entiéndase partidocracia), este olvido histórico reflejado en nuestro antinacionalismo, lo vemos, desde botar basura en la calle hasta relacionarnos con la cosa publica. Esta conmoción, con la cual nos hemos acostumbrado a vivir como si nada raro sucediera, y este proceso de anomia plantea la necesidad de apuntalar la fragilidad democrática con una democracia radical (DR), que recupere la institucionalidad del estado y la fe de los ciudadanos hacia el gobierno legitimo que nos representa.

La democracia ecuatoriana (entiéndase de mucho papel) tradicional o clásica, se ha desarrollado bajo hechos inverosímiles, como los derrocamientos de Velasco hasta la Marathon del coronelillo. Vivimos al borde del abismo, con una institucionalidad que se derrumba con el menor temblor en la política. La Fiscalía y el juguetón del Fiscal, la Corte Nacional de Justicia y sus parodias frente a los grandes culpables que deberían responder por la mala administración de nuestros dineros, la mayoría de ministerios y organismos del sector publico expiden pus por donde se los toque, una gestión pública anacrónica y noble como una lechuga y organismos de control mas difusos que los derechos colectivos. La desintegración social del ahora es una simple repetición de las malas decisiones del pasado.

Así, miles de jóvenes valiosísimos (Omitiendo la frase de Montalvo), han decidido, equivocadamente estar al margen de la política, algunos por orgullo personal, otros por temor al fracaso y una gran mayoría simplemente por la cómoda apatía. Esta es la peor tiranía que podamos vivir los ecuatorianos, dejar el país en manos de los “Supuestos sabidos”.

Como sostenía Aristóteles, la democracia “puede ser, la menos mala de las desviaciones o la mas moderada de las pasiones”. Este escenario requiere ciudadanos locos o enamorados por la patria que se lancen al estero (salado) de la política. Esto es lo que seguirá brindando el mega diverso baratillo de la politiquería hasta que no decidamos directa o indirectamente tomar las riendas de nuestro propio destino. Esto fue lo que nos dejaron nuestros padres. ¿Qué será lo que le dejaremos a nuestros hijos?

Que paradoja, que en el país donde se originó la luz de la America libre, aun exista tanta oscuridad, esa es la urgencia de que el Ecuador no muera, de recuperar el Estado desde la perspectiva ciudadana, como corresponsales de los acontecimientos políticos y públicos tal como lo consagra la constitución de Montecristi aprobada con la anuencia de la mayoría de los ecuatorianos.

La democracia radical seria entonces la vía para nutrirnos de valentía, verdad, ética, respeto al orden publico y amor por la patria, necesitamos una democracia que nos ayude a mirarnos cara a cara, sin miedos, entre negros, cholos, indios y blancos, que nos haga sonreír, que pinte de colores nuestros cotidianos días grises, que nos cure este vasto dolor inmenso como el cielo, que nos enseñe el camino para olvidar las broncas acumuladas, pero sobre todo que nos devuelva la sublime idea de soñar irremediablemente con un país libre de prisiones.

He aquí el dilema, decidir entre política y apatía, como diría Duclos “Es imprescindible la fermentación de la razón de nuestro universo”. Ahora es el tiempo del arrebatamiento del poder a los clásicos sabidos para que repose en ciudadanos revestidos de honestidad, porque al final el poder y la política siempre definirán nuestros destinos y el de nuestras generaciones.


Wellington Rubio

Lunes 17 de mayo de 2010

Guayaquil-Ecuador