sábado, 26 de marzo de 2011

A propósito del clima

El petróleo es el alma de la tierra

“La tierra no le pertenece al hombre, el hombre le pertenece a la tierra, lo que le ocurra a la tierra, le ocurre al hombre”.


Marzo para los ecuatorianos es un mes verde. Del 15 al 17 se desarrollará la Cumbre Internacional del Medio Ambiente (CIMA), y el 26 se celebrará el evento denominado “la hora del planeta”. Estos 2 eventos son caminos lentamente lastrados, que intentan llevarnos a la ausente autopista de la conciencia.

A estas alturas, el calentamiento global es patrimonio universal de nuestra irresponsabilidad. Todos hemos fracasado, no hemos podido convencernos de frenar el desperdicio de energía y la contaminación.

El foro se abre en Guayaquil, paradójicamente en la ciudad que sufrió el exterminio del mangle, donde su Estero mas representativo está totalmente contaminado, donde el rio se encuentra totalmente sedimentado y donde los controles de los desechos sólidos y el CO2 son precarios. Con sendos desafíos empieza esta cumbre, con nuestras propias verdades incomodas, como lo dice Al Gore.

CIMA busca a los negociadores, mientras que, la hora del planeta busca la conciencia ciudadana, al proponer apagar por una hora las luces que iluminan el mundo.
Es probable que a esta misma hora de la inauguración del evento, ciudadanos de Sidney o Manhatan, basados en la libertad, estén dando rienda suelta a los instintos del consumo, comprando sin responsabilidad, pues siempre buscamos tener más, antes que ser mas. También es claro que producto de este consumo desmedido, el planeta está sufriendo cambios vertiginosos que hoy han devastado a Japón y por lo tanto, tenemos un debate pendiente acerca de las plantas nucleares en el mundo.

Hoy tememos que debatir, sobre las Emisiones Netas Evitadas (ENE), sobre las externalidades negativas, sobre los consumos ambientales colectivos y los negocios ambientales rentables, cuales son los bienes ambientales prioritarios para la nación, sobre una conservación ambiental sostenible, la imprescriptibilidad de los delitos ambientales establecidos en la nueva constitución, la conservación de nuestros ríos, esteros, mares y bosques, cuál será el destino final de nuestras reservas de petróleo, el PIB verde y como se enfrentará a nivel nacional el problema sobre los desechos sólidos.

El planeta tiene la mirada triste como la de un niño desilusionado y nos grita desesperadamente con cada desastre natural para que detengamos la extracción del petróleo, que es el alma de la tierra. El problema ambiental es de tres vías, es un problema político, es un problema cultural pero también es un problema moral. Políticamente no tenemos la sartén por el mango, pero cultural y moralmente podemos hacer la diferencia.

El Presidente cito una frase en su discurso, “La tierra no le pertenece al hombre, el hombre le pertenece a la tierra, lo que le ocurra a la tierra, le ocurre al hombre”. Sostuvo también que la OPEP tiene la responsabilidad histórica de regular y hasta de imponer sanciones económicas para las remediaciones ambientales producidas por las políticas equivocadas de los poderosos del mundo.

No se hizo énfasis en las alternativas conocidas como energías limpias, porque no es comercial dejar el petróleo en su estado natural, y por esta razón la propuesta Yasuní, aun no tiene un masivo financiamiento, a pesar de ser una propuesta brillante.
Es un enigma, los profetas no lo anuncian, nadie lo grita, simplemente se exprime a la tierra, ¿Podrá alguien convencernos de que la extracción, no fue, no es, ni será la vía para preservar el planeta? Esta es otra lucha del poder económico contra la razón.

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