domingo, 25 de julio de 2010

La memoria del Rio Isar


LA MEMORIA DEL RIO ISAR

La naturaleza siempre es testigo de nuestras barbaries

La gallada de Hitler, entre ellos Goebels, Himmler y compañía, fueron condenados a muerte y ejecutados el 16 de octubre de 1946, vía ahorcamiento; y las cenizas desperdigadas en el rio Isar. Los juicios de Núremberg siempre estuvieron en entre dicho al no existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento penal internacional.
Los países aliados, vanguardia de las peores prácticas políticas a nivel trasnacional, fueron los genios de licuar el derecho penal internacional, al crear penas y delitos dedicados a los chicos malos de la Alemania nazi, y autores de exterminios de hecho para la triple alianza.
Alguien ya lo dijo alguna vez, “Es normal que los alacranes nos piquen, lo anormal es que nosotros piquemos a los alacranes. La teoría de los terceros imputables, plantea un Estado que busca eludir responsabilidades.
Para un estado, siempre será conveniente y rentable, aplicar la teoría del TRASLADO en todos los niveles de la sociedad, al sostener que otros siempre serán los culpables, antes que reconocer que el sistema estatal mundial, concebido actualmente, es incapaz de solidarizarse con los grupos más vulnerables. Se olvida cruelmente que esos terceros son nacionales y que su conducta es producto del olvido estatal, con la agravante de que se han desarrollado en el país de la impunidad, donde muchos funcionarios con extrañas fortunas se pasean con desparpajo y con humillación, ante aquellos desafortunados que nunca podrán poseer una pequeña porción de todas esas fortunas. Como la máxima de Hegel, en la cual el esclavo busca repetir los actos de su amo. Así nos encontramos con altos índices de criminalidad, en un país desigual hasta las costuras.
Esta desigualdad e impunidad es producto de una crisis de la relación entre mandatarios y mandantes. Los mandantes creemos que nuestro fin es elegir, cuando el verdadero fin es elegir bien. Simplemente nos quejamos de lo mal que actúan nuestros políticos, de su fuga vertiginosa hacia la corrupción y nada más, quejas hacia personajes elegidos por nosotros mismos sin fuerza ni coerción de ningún tipo.
Simplemente hemos olvidado el término corresponsabilidad, democracia directa, participativa y respeto hacia nosotros mismos.

Wellington Rubio
Domingo 25 de julio de 2010

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