lunes, 24 de noviembre de 2008

Presidente Guayaquileño protagonizó matanza


15 de noviembre

El 13 de noviembre, Guayaquil como al inicio de la creación, estaba a oscuras debido a un paro en la planta eléctrica y de gas, organizado por la Asamblea General de trabajadores de la ciudad. Un día como hoy, 15 de noviembre de 1922, aproximadamente unas treinta mil personas, entre panaderos, conductores de carros urbanos y del ferrocarril, obreros de fábricas, piladoras, aserríos, trabajadores de la cervecería, jabonería, sumados a jóvenes, mujeres embarazadas, niños y ancianos, fueron masacrados sin piedad en el centro de la ciudad de Guayaquil, solo por cometer la canallada de exigir una sociedad más grata, sensible, equitativa y memos indolente para todos los ecuatorianos.


Las principales causas del reclamo que desembocó en la matanza respondieron a condiciones de la época. En primer lugar, Los bajos precios del principal producto de exportación de entonces, el cacao, originaron una profunda crisis económica. En segundo lugar, los bajos sueldos de los obreros motivaron a una gran inconformidad colectiva que clamaba mejores condiciones de vida. En tercer lugar, en aquella época estaba en boga el pensamiento socialista que influenció a Latinoamérica tras la revolución Rusa de 1917. El hecho tuvo tanta incidencia que fue recogido no solo por la prensa, sino por 2 escritores ecuatorianos de renombre, quienes escribieron importantes obras literarias, el primero fue Alfredo Pareja creador del personaje Baldomera, una zamba Guayaquileña que fue muerta por los militares en las manifestaciones realizadas en aquellos días; y el segundo fue Joaquín Gallegos Lara quién tituló a su obra “Las cruces sobre el agua”, ya que la gran mayoría de los cristianos asesinados fueron arrojados al silencioso cementerio del manso río Guayas que con los años se acostumbró a ver cruces pintadas de alquitrán con coronas de flores moradas del cerro.


Sin duda, la sangre derramadas por estos mártires anónimos deja conclusiones irrefutables para las futuras generaciones, conclusiones que dan luces sobre cuál es la senda que debemos transitar, hasta llegar al fin del camino y encontrarnos cara a cara con esa justicia social responsable, escandalosamente ausente hasta hoy. La primera lección es que, en la actualidad, no existen muchos hechos locales que consoliden una conciencia de clase y que fusionen a la política, el arte y la cultura en un hecho como este. Pero sobre todo, hacen falta historias que cuestionen quienes somos como sociedad, que queremos y hacia donde vamos.


La segunda lección es que una vez más no existen políticas públicas que orienten y eduquen a los ciudadanos sobre estos acontecimientos vitales para la historia, mucho menos existe una canalización de estos pequeños eventos de la realidad pasada. En tal escenario, los ciudadanos, los sectores sociales y la prensa debemos procurar el ejercicio de recordar lo memorable, honesto, puro y relevante, y no procesarlo en nuestro imaginario como minucias que no valen la pena evocar.


La tercera lección es y será, posiblemente, la más dolorosa y difícil de aceptar: el Ecuador en pleno siglo XXI y con más de un año de revolución ciudadana, no ha cambiado en su espíritu. Seguimos siendo el país de los explotados, de los oprimidos, de los menospreciados, de los heridos, de los abusados, de los marginados y de los rezagados por el voraz olvido, hasta el punto de no tener una visión diáfana en cuanto a la agricultura, a la investigación y a la tecnología pilares fundamentales de países de primer orden. Es probable que esta parálisis colectiva sea causante de la absurda y ciega confianza que tenemos en nuestros políticos de bajo peso y pocos quilates.


Lo relevante sería darle un sentido de pertenencia a estos acontecimientos para que mediante la repetición del acto simbólico de colocar cruces sobre la superficie del río Guayas cada año 15 de noviembre podamos recordar lo frágil que es la memoria histórica y con este antecedente fortalecer la conciencia colectiva con el anhelo de tener mejores días para los futuros hijos de la patria.


WELLINGTON RUBIO

Viernes 14 de noviembre de 2008.

Arreglos por Diego Cazár

Publicado en el Diario El Universo el domingo 16 de noviembre de 2008


Quito-Ecuador